Codependencia... de la ayuda al caos
La coadicción o codependencia está presente en todas las familias de los pacientes adictos en estado avanzado. No se da en todos los miembros de la familia ni siempre es fácilmente perceptible. No obstante, sea cual sea su forma, debemos tener claro que detrás de un adicto siempre habrá un coadicto.
¿Qué es la codependencia o coadicción?
Algunos la consideran una enfermedad, una patología. Realmente, la coadicción es un estado, una condición psicológica en la cual alguien manifiesta una preocupación excesiva e inapropiada preocupación por las dificultades del adicto.
El codependiente mantiene con el adicto una relación de sobreprotección por la que tapa todas las evidencias de su enfermedad. Es una relación tóxica con el adicto. Esa relación consiste en un ciclo de patrones de conducta y pensamientos disfuncionales que el coadicto repite de manera compulsiva.
¿Cuál es el origen de la coadicción?
Siempre hay por lo menos un miembro de la familia que establece una relación más estrecha con el adicto, siendo éste el que tiende a asumir una actitud de ayuda y protección marcada. Hay una evidencia: cuando irrumpe la adicción, el antiguo equilibrio se tambalea. Entonces la persona codependiente desarrolla estrategias para mantener el antiguo equilibrio que se niega a perder.
En definitiva, los que desarrollan codependencia tratan de ayudar al adicto a salir de su problema a toda costa… pero terminan perdiendo el control de su propio comportamiento y, en última instancia, de su vida. Es decir, los codependientes se olvidan de sí mismos y, en lugar de rehacer el equilibrio del sistema familiar, terminan por desequilibrar sus vidas... De esta manera, ya no son capaces de ayudar al adicto. Y su relación con él se convierte en tóxica.
Estamos hablando de una verdadera dependencia relacional que lleva a una relación fusional con el adicto, lo cual le impide a éste afrontar las consecuencias progresivamente desastrosas de su consumo, ya que la persona codependiente lo «salva» de enfrentarse con la realidad, haciendo esfuerzos sobrehumanos para que la situación siga a flote.
De manera paradójica, esta fusión tiene el efecto de frenar la posibilidad de que las personas implicadas busquen ayuda fuera de la relación.
Los codependientes tratan de controlar una situación que, a pesar de sus esfuerzos, va transformándose en un caos; asumen todo lo relacionado con el adicto hasta caer derrotados. Pero mientras llegan a ese punto de derrota, a tocar fondo y a dejar de hacer siempre los mismos esfuerzos, repitiendo siempre los mismos «errores», pasa mucho tiempo y atraviesan por mucho sufrimiento. Las personas no renuncian a su sistema de «ayuda» hasta haber agotado todos sus recursos. ¡Y tienen recursos ! Pasan por mucho hasta que se dan por vencidas.
Los codependientes sacrifican sin cesar su propio equilibrio y bienestar. Y a pesar de que sus esfuerzos no llevan al adicto a dejar de consumir, no logran cambiar su comportamiento. Agotados, persisten en sus esfuerzos infructuosos tratando de controlar la conducta y el consumo del adicto hasta, a veces, caer enfermos ellos mismos.
Guadalsalus cuenta en con un programa de carácter ambulatorio y otro residencial con el único objetivo de lograr una superación definitiva de la conducta adictiva.
Si quieres ampliar información o recibir orientación profesional, contacta con nosotros. Llámanos al 954 353 954 y pide una cita. La 1ª Consulta es gratuita. En Guadalsalus sabemos cómo ayudarte. Somos tu Centro de Desintoxicación de referencia.
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El codependiente mantiene con el adicto una relación de sobreprotección por la que tapa todas las evidencias de su enfermedad. Es una relación tóxica con el adicto. Esa relación consiste en un ciclo de patrones de conducta y pensamientos disfuncionales que el coadicto repite de manera compulsiva.
¿Cuál es el origen de la coadicción?
Siempre hay por lo menos un miembro de la familia que establece una relación más estrecha con el adicto, siendo éste el que tiende a asumir una actitud de ayuda y protección marcada. Hay una evidencia: cuando irrumpe la adicción, el antiguo equilibrio se tambalea. Entonces la persona codependiente desarrolla estrategias para mantener el antiguo equilibrio que se niega a perder.
En definitiva, los que desarrollan codependencia tratan de ayudar al adicto a salir de su problema a toda costa… pero terminan perdiendo el control de su propio comportamiento y, en última instancia, de su vida. Es decir, los codependientes se olvidan de sí mismos y, en lugar de rehacer el equilibrio del sistema familiar, terminan por desequilibrar sus vidas... De esta manera, ya no son capaces de ayudar al adicto. Y su relación con él se convierte en tóxica.
Estamos hablando de una verdadera dependencia relacional que lleva a una relación fusional con el adicto, lo cual le impide a éste afrontar las consecuencias progresivamente desastrosas de su consumo, ya que la persona codependiente lo «salva» de enfrentarse con la realidad, haciendo esfuerzos sobrehumanos para que la situación siga a flote.
De manera paradójica, esta fusión tiene el efecto de frenar la posibilidad de que las personas implicadas busquen ayuda fuera de la relación.
Los codependientes tratan de controlar una situación que, a pesar de sus esfuerzos, va transformándose en un caos; asumen todo lo relacionado con el adicto hasta caer derrotados. Pero mientras llegan a ese punto de derrota, a tocar fondo y a dejar de hacer siempre los mismos esfuerzos, repitiendo siempre los mismos «errores», pasa mucho tiempo y atraviesan por mucho sufrimiento. Las personas no renuncian a su sistema de «ayuda» hasta haber agotado todos sus recursos. ¡Y tienen recursos ! Pasan por mucho hasta que se dan por vencidas.
Los codependientes sacrifican sin cesar su propio equilibrio y bienestar. Y a pesar de que sus esfuerzos no llevan al adicto a dejar de consumir, no logran cambiar su comportamiento. Agotados, persisten en sus esfuerzos infructuosos tratando de controlar la conducta y el consumo del adicto hasta, a veces, caer enfermos ellos mismos.
Guadalsalus cuenta en con un programa de carácter ambulatorio y otro residencial con el único objetivo de lograr una superación definitiva de la conducta adictiva.
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