Este hecho es algo que causa gran impacto entre quienes acompañan al adicto. En efecto, la droga ejerce una atracción fuera de todo control sobre el sujeto dependiente, hasta el punto de producirse un “enamoramiento total” del adicto hacia la sustancia. Ahora, todo en la vida gira en torno a ella. El sentido de la vida solo consiste en garantizar el próximo consumo.
En nuestra clínica de desintoxicación, nos preocupamos por conocer las razones de fondo para el consumo de drogas. Pero de forma generalizada, hay una serie de efectos elementales en cualquier individuo que la hace indispensable.
Analizando los efectos psicológicos placenteros que causa en el individuo, se vislumbra el porqué de esta atracción. El consumidor de heroína o cocaína habla de sentir un “orgasmo generalizado” cuando la sustancia llega, especialmente, si es por la vía endovenosa.
En síntesis, todas las sustancias psicoactivas al actuar sobre el sistema nervioso central, producen tres hechos muy gratificantes para el drogadicto, lo que explica en gran parte el indiscutible poder de la sustancia:
Lo suelen describir como un golpe, corrientazo, energía… Produce un indudable placer y ocurre durante los primeros minutos, mientras la sustancia penetra en el organismo.
En el momento de drogarse, el sujeto está luchando por resolver un problema. Tiene una situación frustrante a sus espaldas, de la cual desea liberarse, aunque solo sea por unos minutos. El problema puede ser aburrimiento, depresión, angustia, etc. La gratificación, para una personalidad débil como la del drogadicto, consistiría en sentirse “sin problemas” momentáneamente. Y eso cree que se lo debe “agradecer a la droga”.
El drogadicto sabe muy bien que después de un tiempo determinado, a partir de la última ingestión de droga, corre el riesgo de sufrir el síndrome de abstinencia, es decir, molestias a nivel psicofisiológico (sudoración, temblores, diarreas, culpabilidad, apatía, etc.). Si consume nuevamente se libra de golpe de todos estos malestares, lo cual constituye un factor importante que explica el poder de la droga sobre el sujeto.
Además de ese poder adictivo de la sustancia, diremos que existe también el poder adictivo de los rituales de consumo, que crean solidaridad y bienestar entre ellos. Por ejemplo, en los consumidores de cerveza uno de los ritos es brindar, beber apoyando, hablar de forma desenfadada de temas muy variados (mujeres, política, deportes). En el consumo de la heroína se reparten las funciones. Así, por ejemplo, uno lleva la cuchara pequeña, otro el limón, la gomilla, el encendedor, el psicoactivo y entre todos preparan la droga que después han de inyectarse.
Estos ritos o ceremonias son reforzantes, es decir, se trata de conductas que aumentan las probabilidades para que los adictos se reúnan de nuevo para consumir el psicoactivo.
Guadalsalus cuenta en con un programa terapéutico para el tratamiento de las adicciones de carácter ambulatorio y otro de ingreso en nuestra clínica residencial, con el único objetivo de lograr una superación definitiva de la conducta adictiva.
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