Adicciones y violencia de género: ¿qué relación hay?
¿Podemos asociar el consumo de sustancias tóxicas a situaciones de violencia de género? ¿Ser víctima de violencia de género puede considerarse un factor de riesgo para desarrollar una adicción? Entre adicciones y violencia de género existe una relación muy evidente de la que hablan las estadísticas.
Estadísticas sobre violencia de género y adicciones
Aunque las variables que intervienen en la violencia de género son muchas, hace casi dos décadas que L. Chait y B. Zulaica concluyeron en su estudio Mujeres drogodependientes maltratadas: análisis para la intervención [Trastornos Adictivos. 2005;7(2):104-13] que, de entre los múltiples factores que concurren en la violencia de género, el consumo de sustancias tóxicas de carácter adictivo merece una especial consideración, tanto en el maltratador como en la propia víctima.
También, una investigación realizada por E. Arostegi y A. Urbano en el País Vasco con mujeres drogodependientes, plantea los siguientes resultados:
«A la pregunta de si ha habido abuso o maltrato por parte de alguna o algunas de las parejas (la actual u otras anteriores), el 84 % de las mujeres dice que sí lo ha habido; y en este caso, el 56,8 % lo define como abuso/maltrato psicológico, el 35,1 % como físico y el 5,4 % de abuso sexual» [La mujer drogodependiente. Especificidad de género y factores asociados. 2004].
Es decir, la relación entre adicciones y violencia de género se salda con un 84 % de mujeres adictas siendo víctimas de algún tipo de violencia de género.
Por otra parte, en cuanto a la percepción de los equipos profesionales de los recursos pertenecientes a la red andaluza de drogodependencias y a la red de malos tratos, entrevistados por la Fundación Atenea en su estudio titulado La atención a la problemática conjunta de drogodependencia y violencia de género en la población de mujeres (junio de 2009), se concluye la existencia un número elevado de mujeres drogodependientes maltratadas.
«La demanda de las mujeres adictas maltratadas no se registra porque, directamente, no se atiende… entonces ¿para qué se va a recoger…?» [profesional de recurso de atención a mujeres maltratadas. Red de Sevilla].
«Lo normal es que las chicas que vienen por consumo de sustancias ilegales o legales… yo creo que el maltrato pre o post o ambos es una circunstancia generalizada» [profesional recurso de atención ambulatoria a personas drogodependientes. Red de Sevilla].
«El total de personas en tratamiento un 20 % serán mujeres, y de las mujeres que acuden aquí a tratamiento, el 80 % han sufrido maltrato por sus parejas». [profesional recurso de atención ambulatoria a personas drogodependientes. Red de Huelva].
Sin embargo, se comprueba constantemente cómo estas mujeres no suelen acudir a los recursos de atención para solicitar ayuda debido a que soportan el «peso social» que provoca una consideración más tolerante ante el consumo de sustancias cuando el adicto es un hombre y una desaprobación más generalizada cuando es mujer. Una realidad de la que hablábamos al tratar el estigma al que se enfrenta una drogadicta.
Una realidad alarmante agravada por el confinamiento
Estas cifras, en lugar de retroceder con el paso de los años, van en aumento. Y crecen sin cesar pese a las campañas gubernamentales y los esfuerzos llevados a cabo en el ámbito educativo. El motivo es su vinculación al fenómeno adictivo, en el que los índices de ansiedad, compulsividad, impulsividad y agresividad llegan a comprometer la libertad y las capacidades cognitivas de la persona.
Más concretamente, en el escenario sin precedentes generado por las medidas adoptadas ante el Estado de Alarma durante el confinamiento, nos encontramos con el recrudecimiento de dos realidades especialmente sensibles y, en un elevado porcentaje, también convergentes: el incremento del consumo de sustancias adictivas y la violencia de género.
El consumo de bebidas alcohólicas, por ejemplo, se disparó una media del 85 % durante el periodo de confinamiento por el COVID-19. El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación publicó unos datos alarmantes. Respecto a las mismas fechas en años anteriores, el consumo de cerveza aumentó el 86,5 %, el de vino el 73,4 % y el de bebidas espirituosas el 93,4 %. El consumo, además, no sólo se disparó, sino que continuó al alza.
Por su parte, el ministro del Interior Grande Marlaska aseguró en la Comisión de Interior del jueves 23 de abril de 2020 que, en los 40 días trascurridos desde el inicio del confinamiento, se había intervenido en 153.730 actuaciones por violencia de género, lo cual se saldó con más de 4.100 detenciones.
La relación entre adicciones y violencia de género es tan evidente como alarmante: a más venta y consumo de alcohol, más violencia de género.
Un problema público desatendido
Cuando estos dos conflictos coexisten en un alto porcentaje de los casos, su atención recae generalmente en los centros mixtos de atención a las adicciones. ¿Por qué no se aborda a partir de la perspectiva de género de los Centros Municipales de Atención a la Mujer o en la red de asistencia a víctimas de violencia de género?
Se debe a que la drogodependencia se convierte en un impedimento en el modelo de intervención propugnado desde todos los servicios asistenciales, por lo menos hasta que la mujer se haya estabilizado en su abstinencia. Sencillamente, la normativa de estos recursos no permite una situación de consumo de sustancias.
Evidentemente, por parte de los servicios de atención a personas con adicciones se lleva a cabo una primera intervención que se puede mejorar: se estima que sólo un 20 % de las demandas de tratamiento son realizadas por las mujeres, por lo que los tratamientos tradicionalmente se han enfocado hacia las necesidades de los varones con un enfoque marcadamente andrógeno, sin tener en cuenta las características diferenciales de sexo.
Los déficits que encontramos, tanto en la intervención y en los recursos existentes en los programas de deshabituación como en los programas específicos contra la violencia doméstica, ponen bien de manifiesto la necesidad de crear nuevos modelos de intervención específicos sobre una problemática social tan compleja como es la violencia de género y las adicciones.
Sin especificidad no hay superación real
La atención a mujeres drogodependientes no ha sido tenida en cuenta desde su especificidad y atendiendo a la urgencia de su extrema vulnerabilidad. Es decir, en la actualidad no existen recursos específicos de tratamiento para mujeres adictas maltratadas en ninguna de las dos redes de atención que se consideran, ni en ninguna red individual.
Cuando se debe tratar un perfil biopsicosocial tan específico como el de la mujer adicta maltratada, resulta inadmisible que no exista ningún recurso explícitamente especializado, mientras que la mayor parte de las Comunidades Terapéuticas son implícitamente para varones [Comas, Domingo. Comunidades Terapéuticas en España. PNsD. 2005].
Cada vez se hace más patente la necesidad de implementar recursos "especializados" en modelos específicos de intervención. Según las y los profesionales y según se ha observado en numerosos análisis, se considera que la atención a la mujer debe ser integrada en un mismo recurso y atendida por los mismos profesionales, ya que la problemática que puede presentar una mujer adicta y maltratada por su pareja o ex pareja requiere de una terapia integral porque es posible que proceda de las mismas causas.
Resumiendo, no existen recursos específicos de atención integral en ninguna de las dos redes que puedan ser reconocidos como centros específicos de atención a mujeres drogodependientes maltratadas o recursos que atienden a población femenina desde el enfoque de la perspectiva de género.
Por este motivo, Grupo Guadalsalus fundó Instituto MIA, el único centro privado con un programa de intervención biopsicosocial que aborda las múltiples manifestaciones que se ocultan bajo la etiqueta de violencia de género y ofrece respuestas a las necesidades de estas mujeres. Las dotamos de las herramientas necesarias a sus necesidades específicas para que tomen conciencia del riesgo (como mujer maltratada) y del trastorno (como mujer adicta) que sufren.
Llama a nuestro teléfono 954 353 954 e infórmate. La primera cita es gratuita. Nuestro equipo de profesionales está altamente cualificado y posee la experiencia necesaria para realizar una intervención efectiva con enfoque de género.